miércoles, 15 de marzo de 2017

Un cuento que habla de ti, pero más de mi.

Que hermosas tetas tiene, pensaba mientras intentaba poner atención a lo que me decía.

Afuera hacía frío, pero sólo afuera, la ciudad estaba iluminada pero no más que nuestros cuerpos, desnudos, la vista se disfrutaba aún más desde el ventanal en el piso 17.

- Cuando tenía 17 me enamoré de un tipo de 28- de pronto la charla tenía algún sentido, - estuvimos juntos por 3 años, pero yo era una niña, tenía que pedirle permiso a mis padres para salir, y él aguantó mucho, no siempre podía quedarme a dormir con él, a veces me da miedo las mentiras que mis hijas me dirán cuando las tenga -
Ella siguió hablando sobre el colegio y como la esperaba a la salida, para cuidarla, para llevarla a su cama en el tiempo justo entre la puerta de la escuela y el regreso a la oficina.

17 años, y me acordé de ti, de mi ridícula moral que me privó tantas veces de tus labios, que me hizo atreverme a soñar apenas con el sabor de tus senos y el tacto de tus piernas. - le debo tanto y aprendí tanto de él - continuaba diciendo mientras mis pensamientos seguían e torno a tus caderas que no tuve, que aún pretendo y que están más lejos hoy que hace 4 años.

- ¿Cuál es tu color facorito? -
- rojo - le dije explicando no sé que cosa.
- mira, esta banda te va a gustar -
de pronto sonó la música desde su celular, y sonrío de esa manera tan sugestiva, con todo el rostro, con la mirada.
Yo volví mi vista a sus pechos, y mis manos siguieron a mi mirada, abrí su boca con mis labios, todas las palabras que tenía en la lengua se hicieron un corto suspiro, cerré los ojos e imaginé que su cabello ondulaba por mis dedos, que no había nada de malo en desearte tanto en el 17, que debías estar ahí, pero no estabas, y aún así te hice el amor en su cuerpo, con acento dulce, del sur, al fin que ella estaba ahí, desnuda, suspirando, apretándose a mis espalda y carajo, que hermosas tetas tiene.