viernes, 29 de diciembre de 2017

Como a las noches sin estrellas


Si te extraño,
con cada parte de mi cuerpo,
con cada respiro,
con cada nota,
en el aroma de tu cuerpo
que aún duerme en mis manos,
en mi ropa,
en este espacio que nadie llena,

te extraño en las sonrisas
en que me escondo,
en cada paso
rumbo a la rutina que rompías
con tu mirada / tus manos / tus labios
y ya no estás

no sé si deba empezar a olvidarte
o dejar de hacerme pendejo
y llorarte un rato
porque esto está doliendo
aunque no lo diga
aunque intente desesperadamente
mantener la cordura
que nunca tuve
y que perdí a tu lado
de manera definitiva

porque contigo se me fueron
los sueños, las ganas,
las llaves de esta casa,
el aroma del café,
los poemas de Sabines,
las canciones de Andrés,
y todo se pone tan vacío
si ti
carajo
no
es
lo
mismo

por favor
regresa
que se me cae el alma a gotas,
a pedazos,
los brazos son tan inútiles sin ti en ellos,
de qué me vale una boca sólo de palabras,
estas manos sin caricias,
el tatuaje de mi espalda
que cubría tantas cicatrices,
¿de qué?

Te extraño,
y esto no es verbo,
es una declaración
de no sé qué chingados,
de que estoy solo
y jodido
y perdido
y mutilado,
sin ti.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

a veces, aves, ventanas.


A veces, como hoy, dan ganas de romperlo todo,
los cristales, las ventanas, puertas,
muros, manos (propias)
caras (todas ajenas),
dan ganas de  demostrar la rabia
el hastío, mentarle la madre al presidente,
al regente, al incosiente, al frecuente frío
que se sube a la cama en que hacen falta
más caricias y menos sueños.

A veces dan ganas de meterse en los zapatos,
de cualquiera, una, dos, trecientas veces siete
decir a gritos que merecemos más que lo que cargamos
en los bolsillos, en las cicatrices de la espalda,
en el cheque de la quincena,
en la jodida proyección para la vejez
que me tiran en el rostro todos los economistas.

A veces sobran los relojes, pero me faltan manos,
horas, fuerza, fe, bastón y ganas
el final del juego pero nadie se entera,
ni festeja que otra vez no te rendiste
porque a nadie parece importarle
más que el siguiente estreno en netflix
y la salida del siguiente iPhone XXX

a veces el viento no acaricia,
la música es un bostezo
y mi habitación el preambulo de la oficina,
a veces la vida se pone tan densa como atole,
tan pesada como el libro que llevaba en la primaria
y nunca necesite abrir,

a veces el camino se pone cansado,
y uno echa manos de la canción esperanzada,
de la cita que me tatué en el brazo,
del libro almohada que me dicta
que tengo derecho de gritar la última palabra,
a veces todo esto no me basta,
y la calle se ve sola, y oscura, y jodida,

pero ahí es cuando llegas
sin enterarte de mi pequeña gran tragedia
entre el checador y el tráfico de las 7,
sonriendo como si de eso se tratara la vida,
como si eso bastara para que se borrara
cualquier pelea, cualquier carga sobre los hombros
o que se terminó el café y nadie es bueno
para llenar la cafetera de nuevo,
y sonríes y el jueves se hace viernes,
y la oscuridad se llena de tu mirada,
de tus ojos negros
y pongo esta misma cara de idiota,
porque si basta,
porque tu mirada tan llena que desborda
y tan vacante que quepo entero,
y quiero quedarme a vivir en tu mano,
y hacer de tu pecho mi casa,
y hacer de tu cabello mar
y de tu cuello mi escalera al cielo,
y le das sentido a las canciones
y hasta al tiempo que estabas afuera
de mi abrazo, de mis labios,
de mi vida tantos años,

y sé que eres tú
quien al final me salva,
de este cansancio de viejo,
de esta tristeza heredada,
de este frío que se va, que bueno,
en el momento exacto
en que tu rostro acaricia
el futuro que nace de mi mano.

lunes, 24 de julio de 2017

Un minuto de silencio

Pido un minuto de silencio,
que se calle la lluvia,
mi ventana,
las teclas que golpean mis manos,
que se callen las cervezas
en la barra del bar
que no se cuente esta historia
en canciones
en manuales de usuario
así no se hace
no sea usted pendejo.

Pido que se callen las estrellas
que se caiga la luna,
que se baje el telón,
que se esconda el frío
debajo de mi cama,

pido un minuto de silencio
que ojalá se vuelva años,
para tus manos,
tus labios,
tu mirada,
tu piel,
tu sexo,
tus caderas,
el tatuaje en tu espalda,
la noche que no pasamos,
la madrugada que creamos
a las 5 de la tarde,
por la sabana en que creímos
que nos resguardaba
de toda moral,

pido un minuto de silencio
por todo lo que ha muerto,
ayer, ahora, lo que morirá,
por todo lo roto,
por todo lo jodido,
por todo lo abandonado
en un basurero sin burdel,
por todo lo que se desarma,
por lo que desaparece,
deja de latir
de respirar,
de ser confiable,
verdad,
desde que descubrí
que es mentira
que no
me podías
lastimar.


martes, 6 de junio de 2017

¿Nos conocemos?

Me presento sin caretas, siempre, esto es lo que soy, no miento para coger ni para caer bien, no me interesa simpatizarle a nadie a base de lo que no soy ni hago ni me importa.
Pero presentarme sin máscaras no es lo mismo a ser un libro abierto, guardo secretos, guardo historias.

Por eso me hace un poco de gracia cuando creen que me conocen, por despertar conmigo, por una borrachera, por un instante de sinceridad, por saber un algo mío que nadie más, como si fuera sólo eso, como si fuera posible.

i-reconocible 
Usted no me conoce,
me sospecha apenas
porque soy reconocible en las esquinas
entre las putas y el olor a pan recién horneado,
porque me repito en la fe de los niños,
en la sonrisa de los condenados,
porque mi nombre suena en el canto
del bar de la esquina y de una madre por la madrugada,
me leo tan fácilmente entre las líneas
de mis manos que se derraman en poemas
que deberían llevar otros nombres,
porque duermo en la espalda de un beso
en los labios que añora es aparte de tu cuello,
porque es fácil verme
en la barra del bar
en los labios de una desconocida,
en la noche en que siento
orgasmos/soledad.

Pero no soy la noche
en que me recuerdas,
ni los labios en la piel ajena,
no soy el adjetivo en mis poemas,
ni las líneas de la mano,
ni carta al final de la taza de café,
no soy el canto,
ni los bares,
ni el que mi madre quisiera,
no soy la fe de los niños,
ni la sonrisa de los condenados,
a muerte o vida,
entera o a pedazos.
no soy las esquinas
que me vieron dormir o amar,
ni los lugares oscuros
en que abandoné mi cuerpo
en letras,
ni el aplauso
por no sé qué carajos,
no soy el llanto
de la almohada
ni todas esas historias
que guardo porque
lo morboso no es lo mismo
que lo importante,
no soy las luchas
ni las derrotas
que ves en mi rostro,
ni sólo las cicatrices
en mi espalda,
ni el rastro de mis manos
con que camino.

Debo decirle,
que usted no me conoce,
me sospecha apenas.





miércoles, 15 de marzo de 2017

Un cuento que habla de ti, pero más de mi.

Que hermosas tetas tiene, pensaba mientras intentaba poner atención a lo que me decía.

Afuera hacía frío, pero sólo afuera, la ciudad estaba iluminada pero no más que nuestros cuerpos, desnudos, la vista se disfrutaba aún más desde el ventanal en el piso 17.

- Cuando tenía 17 me enamoré de un tipo de 28- de pronto la charla tenía algún sentido, - estuvimos juntos por 3 años, pero yo era una niña, tenía que pedirle permiso a mis padres para salir, y él aguantó mucho, no siempre podía quedarme a dormir con él, a veces me da miedo las mentiras que mis hijas me dirán cuando las tenga -
Ella siguió hablando sobre el colegio y como la esperaba a la salida, para cuidarla, para llevarla a su cama en el tiempo justo entre la puerta de la escuela y el regreso a la oficina.

17 años, y me acordé de ti, de mi ridícula moral que me privó tantas veces de tus labios, que me hizo atreverme a soñar apenas con el sabor de tus senos y el tacto de tus piernas. - le debo tanto y aprendí tanto de él - continuaba diciendo mientras mis pensamientos seguían e torno a tus caderas que no tuve, que aún pretendo y que están más lejos hoy que hace 4 años.

- ¿Cuál es tu color facorito? -
- rojo - le dije explicando no sé que cosa.
- mira, esta banda te va a gustar -
de pronto sonó la música desde su celular, y sonrío de esa manera tan sugestiva, con todo el rostro, con la mirada.
Yo volví mi vista a sus pechos, y mis manos siguieron a mi mirada, abrí su boca con mis labios, todas las palabras que tenía en la lengua se hicieron un corto suspiro, cerré los ojos e imaginé que su cabello ondulaba por mis dedos, que no había nada de malo en desearte tanto en el 17, que debías estar ahí, pero no estabas, y aún así te hice el amor en su cuerpo, con acento dulce, del sur, al fin que ella estaba ahí, desnuda, suspirando, apretándose a mis espalda y carajo, que hermosas tetas tiene.


sábado, 18 de febrero de 2017

Quererte se siente bien chingón

Quererte así se siente bien chingón,
aunque no sepas, o quizá
porque la idea es esa,
que no lo sepas,
que lo sospeches siempre
o que se te olvide a cada rato,
con el otro,
con el que estás tan feliz y tan equivocada,
porque pueden querer fuerte,
pero como yo ¿cuándo?
¿quién carajos?
con el alma en cada voz
en cada célula de la piel
en cada error que cometo con otras
en todas las camas en que no estás
pero quisiera,
en cada borrachera,
en cada bolero
que no sale de mis manos
pero que canto
hasta desgarrarme la garganta,
que no hay cielo
sin la luna de tu sonrisa,
que la eternidad me vale madre
si no estás tú,
que prefiero el infierno
si puedo recordar tu nombre,
porque a veces,
tantas veces,
no encuentro más dios que tu cabello,
ni más paraíso que el de tu piel,
a veces la única oración
que junta mis manos,
que separa mis labios
es "no te vayas, aún no amanece"
porque mi día despierta
sólo
cuando/cuándo
me despierto en tu mirada.

A veces tengo la certeza de que no duermo
pero aprendí a sobrevivir
sonriendo, queriéndote -que es lo mismo-
pero con los ojos cerrados.








viernes, 17 de febrero de 2017

Que no duela nada

Mi taza de café está fría/amarga/demasiado dulce
y la mañana se despertó con dolor en las piernas,
(no entre las piernas, en ellas, punzante)
miro mis manos y tiembla el espejo frente a mis ojos.

la risa suena a eco, a llegada tarde,
las manos se agitan tan cerca
que no sé si es un saludo o despedida,

el camino frente  mis pasos se hace a un lado,
me reclama los olvidos, las promesas
que no quise ni pude cumplir
(sobre todo lo primero)

Yo quiero una cerveza fría,
es viernes y tengo el corazón vacío,
y la boca llena de sal,

yo quiero un cuerpo de mujer
para arropar mi sueño,
para calentar mis esperanzas

que se rompen,
a veces/casi siempre
en  el siguiente paso.

para lamer/besar mis heridas,
para repetirme al oído
que quiere que no duela nada.