sábado, 29 de marzo de 2014

Entre Piedras


Debería deshojarme las manos,
para quedarme sin palabras,
sin una sola,
sin poder escribir
agua o pan salado,

debería caminar en círculos
pegando la mirada al sol,
tropezando
con todas las piedras, 
las nuevas y las mismas,
o las de otro lado,

deberías escuchar cada reclamo,
de mi madre en las mañanas, 
de mis sábanas
a media noche,
de mi almohada
cansada de dar consejos
que no hago caso,

debería rasgarme la lengua
con cada lengua
que besaron mis labios,
hasta sangrar,
hasta conseguir
la verdad a palmos,

de la huida,
de la ida
de mayor a menor, 
del bemol,
del acorde
que se hace nada
en la tormenta
de whisky en mi vaso,

debería callar mis pies,
ponerle raíces o cadenas
a mis sueños más altos,
a la esperanza
detrás de mi corbata,
a rayas,
de mi pijama
de piel a negro y blanco,

debería encender el televisor
para dejarlo solo hablando,
creyendo en sus mentiras,
debería salir a caminar
con los ojos cerrados
e intentar llorar
cada 42 pasos,

debería tararear la canción
más triste de mi infancia,
hacer un poema
con el peor de los reclamos,
hacer una ronda
de palabras humeantes,
para cantar con todos los niños
menos el que atrás
se haya quedado,

debería golpear con fuerza el suelo,
con mis manos,
con mi rostro,
con la planta
de mis pies cansados,

debería confesar
a propios y extraños,
en las esquinas,
en las cantinas,
en el púlpito
y en estrado del senado:
yo tropiezo con la misma piedra
porque así es más fácil
reconocer a mis errores.
Debería caminar
no con mi entrepierna,
sino con mis manos.



sábado, 22 de marzo de 2014

Es bueno ver sonreir fantasmas.

Me gusta ver sonreír a tu recuerdo,
pensar que la felicidad te llena
los huesos y la mirada.

Me gusta pensar que ya no duele
el charco o el reloj,
el final con tantas dudas,
la historia con exceso
de imaginación.

Hay canciones que se quedan mudas,
hay historias que se vuelven norte,
hay locuras que se quedaron
guardadas en las manos de un olvido,
pero sin temor.

Yo tengo mi café para cada mañana,
un sol levantando mis sábanas,
tengo mis alas intactas,
mi corazón de papalote
siempre en incendio,
siempre en el acto
de renegar de ser sólo un humano.

Tengo letras en la espalda,
con más autoras que musas,
más acordes que notas colgadas
en las manos que no duermen,
sueñan cada vez mas alto.

Confieso que es bueno
ver sonreír,
a veces,
casi siempre,
a algunos viejos fantasmas.

sábado, 15 de marzo de 2014

Advertencia al lado de la puerta.


Cuando te vayas
persiguiendo tu pasado,
olvida mi nombre,
no vuelvas
llorando,
cuando mires que
es un recuerdo
apenas,
lo que sigues
amando.