sábado, 23 de noviembre de 2013

balas


hay balas sobre mi cabeza,
volando más libres
que las palabras,
que los besos que no doy,
que el abrazo de mi madre
- colibrí asustado -

y yo tengo el corazón
escondido detrás
de mis costillas,
agazapado,
temblando,
las manos tensas,
los pies bailado,
sin sentido,
ni música,
al ritmo del temor
de convertirme
en otro tito al blanco

hay balas silbando
para anunciar
que pronto van
a incrustarse en algo,
pared, pecho o brazo,

a brazo partido,
a palabra en nido,
a ganas de salir
corriendo
a cualquier lado,

en que no haya balas
con las alas abiertas,
cantando su canción
de aire quemado.

que tengo tristeza
de esclavo,
pesadillas de niño,
miedo de seguir mirando
que hay tantas balas,
que ganaron sus alas
antes que mis pies,
antes que los sueños
de los que seguimos
los sueños
del papel en blanco.

martes, 12 de noviembre de 2013

soledades

mis manos vacías,
mis soledades 
en catálogo
- de Avón Claro-
mi noche tan guardia
en el panteón,
la luna explicándome
- culera -
la famosa ley del hielo,
la vida dándome la espalda
para ver a dónde mando mis deseos,
mi rutina de pez,
mi vuelta al inicio,
mi media manzana
en la garganta,
mi costilla rota
a besos o chingadazos
- da igual -
mi abuso textual
de los puntos suspensivos/
de los guiones de diálogo /
de las líneas cruzadas,
de mis manos,
sangrando a fuerza de tocar
una puerta que nomás no abre,
un rostro que no responde,
una cintura que no está
del otro lado de mi botella 
de tequila /
de arena /
del naufragio
que soy
cuando le falta mujer
a mis manos,
a mi cama,
a mi entrepierna,
a mi almohada,
a mis canciones,
a mi desayuno,
y al futuro
que se fue de juerga
y aún no regresa.

lunes, 11 de noviembre de 2013

La media noche

La media noche sigue intacta,
me falta tu risa, tu cuerpo,
tu voz de vida a medias,
de seda, de breve corazón,
de izquierda a derecha,

- mi mirada -

falta tu ropa jugando al escondite,
cuando más urgencia hay
de volver a casa,
a la tuya, 
en que soy un extraño,

falta la promesa
que me inventaba, 
por ridícula inocencia,
por confiar más en la desnudez
de tu cuerpo que de tu alma.

La media noche sigue intacta,
el café sigue dándome los
buenos días:
que bien, amaneciste vivo
después de todo,

después de mi fatalismo
de adolescente,
de mis nostalgias de viejo,
roble, piedra, hogaza de pan,
canto de ave, 
- el canto de las aves
viaja más que sus propias alas-

sigue mi piel en combustión,
mi sonrisa en llamas,
que llamas con sinceridad
desde otra almohada
que no duerme en mi cama,

siguen mis manos
sobre las mismas cuerdas,
caminando a tientas,
probando que el tacto
es mejor idioma que el francés,
- o cualquier otro idioma
humano-

la furia, el odio, y el amor,
son idioma de Dioses
desde que Dios 
leyó una Biblia
y empezó a creer en si mismo.

La media noche sigue intacta,
la sed de la noche,
el vaivén de la luna,
el suicidio lento y masivo/
de las estrellas

me falta recostar/
mis fantasías en tus manos,
mis labios en tu pecho,
la mirada en tu mirada,
que se agota como el tiempo,

me falta brújula,
manual de usuario,
un evangelio o el libro vaquero
para creer -ciegamente-
que hay un camino esperando
en alguna parte de mis pies.

Me falta piel de oveja,
veneno de alacrán,
razones para no largarme
a mitad de la función,

y es que no funciono
igual sin tu nombre
besándome la boca,
antes de dormir,
contigo, conmigo,
o con cualquier otra,

que ocupe tu ausencia,
que no se llena
estés o no 
dándole un sentido
a lo alto de mi cama,

la media noche sigue intacta,
faltan estrellas, y la luna
se traga las palabras,
de mis manos
y no las remoja en el café,

de tus ojos a tu recuerdo,
no hay fotografías en la pared
que disimule las ausencias,
y que desde siempre
estuve condenado
a este pinche olvido.