jueves, 19 de noviembre de 2015

Estoy harto -sospecho-

De buscar un beso entre las piedras,
un buenas noches en el infomercial,
de pretender que volver es igual a no haberse ido,
que mi agenda no esta llena de llamadas sin contestar.

De callarme las ganas de mandarte al diablo,
de la necesidad pendeja de creer en tus mentiras,
de la urgencia lacerante de tus labios,
o de los labios de cualquiera que quiera estar.

De sentarme quietecito bajo el árbol,
de mirar como la rabia crece,
de esperar por tu vuelta,
de nombrarte sin que te importe más.

De tu puta indiferencia,
de tus buenos deseos cuando lejos,
de tu sana distancia cuando cerca,
del sonido muerto del mar.

De tu mirada de niña,
de tu sonrisa cabrona,
de tu juego de estira y afloja
la tira de vena aorta.

De que veas mi corazón en blanco,
de escribirte canciones en mi cama,
de esperar a que llegues a cantarlas,
de estas ganas de verte temblar.

Del miedo, de tu ausencia,
de tu puta indiferencia -confirmo-,
de tu cariño perfectamente meditado,
de buscarte el rostro en cualquier p.

De decir tu nombre para que me llames,
de desearte buenos días,
de beberte en mi café,
de invitarte a mis lugares.

De escuchar que esta vez no, quizá después,
de que al lunes le siga otro lunes,
de mirar la pantalla buscando tu nombre,
de encontrar tanto espacio en tu lugar.

De esperar tu voz,
de soñar tu voz,
de rogar por tu voz,
de ajustarme este bozal.

Piedras frente a la mirada.

Hay una lluvia de piedras frente a mis ojos,
una vuelta imposible cayendo en mi pecho,
adentro,
entre tripas y recuerdos mis enanos beben,
y yo quiero mandar todo al carajo,
desatornillarme el alma,
dejar mi corazón en cualquier esquina,
a los pies de las putas
o dentro de un cesto de basura,

da igual noche que ceguera,
es igual lengua que hielo,
piel o aire,
recuerdo y despedida,

hay una lluvia de piedras haciéndose trinchera,
levantando sus manos - de piedra- frente a mi rostro,
hay un lugar menos jodido que afuera,
hay una gotera cálida en el lavamanos
cruzando la sala,

me da igual tu nombre que cualquiera,
todos sirven para un carajo,
las mil hadas, las mil putas, las palabras,
las 40 noches, los ladrones,
el puente debajo de mi cama,
el recuerdo de tu calle,
de mi pendeja sonrisa en tu acera,

me pierdo en la sonrisa que no tengo,
Adan busca a Eva y se mete con cualquiera,
la serpiente canta,
y confiesa que tiene
el alma de colibrí.

Las piedras vuelan
y nada levanta mi espalda,
el agujero en mi pecho
se llena de espinas,
de páginas,
de recortes de revistas,
con las buenas noticias de los diarios,
se queda solo y no quiere,
apenas respira,
para pasar desapercibido
de la risa fuera de lugar,
vete al pito,
con tu risa y tus labios,
con tus senos,
con tu cara llena de tu sonrisa más pendeja.

El odio es la soledad más profunda,
supongo que hoy estoy solo.