martes, 6 de junio de 2017

¿Nos conocemos?

Me presento sin caretas, siempre, esto es lo que soy, no miento para coger ni para caer bien, no me interesa simpatizarle a nadie a base de lo que no soy ni hago ni me importa.
Pero presentarme sin máscaras no es lo mismo a ser un libro abierto, guardo secretos, guardo historias.

Por eso me hace un poco de gracia cuando creen que me conocen, por despertar conmigo, por una borrachera, por un instante de sinceridad, por saber un algo mío que nadie más, como si fuera sólo eso, como si fuera posible.

i-reconocible 
Usted no me conoce,
me sospecha apenas
porque soy reconocible en las esquinas
entre las putas y el olor a pan recién horneado,
porque me repito en la fe de los niños,
en la sonrisa de los condenados,
porque mi nombre suena en el canto
del bar de la esquina y de una madre por la madrugada,
me leo tan fácilmente entre las líneas
de mis manos que se derraman en poemas
que deberían llevar otros nombres,
porque duermo en la espalda de un beso
en los labios que añora es aparte de tu cuello,
porque es fácil verme
en la barra del bar
en los labios de una desconocida,
en la noche en que siento
orgasmos/soledad.

Pero no soy la noche
en que me recuerdas,
ni los labios en la piel ajena,
no soy el adjetivo en mis poemas,
ni las líneas de la mano,
ni carta al final de la taza de café,
no soy el canto,
ni los bares,
ni el que mi madre quisiera,
no soy la fe de los niños,
ni la sonrisa de los condenados,
a muerte o vida,
entera o a pedazos.
no soy las esquinas
que me vieron dormir o amar,
ni los lugares oscuros
en que abandoné mi cuerpo
en letras,
ni el aplauso
por no sé qué carajos,
no soy el llanto
de la almohada
ni todas esas historias
que guardo porque
lo morboso no es lo mismo
que lo importante,
no soy las luchas
ni las derrotas
que ves en mi rostro,
ni sólo las cicatrices
en mi espalda,
ni el rastro de mis manos
con que camino.

Debo decirle,
que usted no me conoce,
me sospecha apenas.