martes, 20 de marzo de 2018

No hay orilla en este naufragio.

Hoy me preguntaron por ti, en el trabajo un par de veces, y ese amigo complice desde el otro lado del mundo, quiere saber cómo estás, cuándo regresaste a México, lo mismo quisiera saber yo, una parte de mi atenúa esto pensando que aún no haz regresado, que los días se multiplican ante mis ojos como páginas en blanco de un libro mal encuadernado.
Quisiera saber cómo te va, si sonríes y sentir celos de que no sea por mi, quiero saber de ti mucho más que el silencio que la pantalla esparce sin piedad frente a mis dedos.

No hay orilla en este naufragio.

Hay tanto dolor en las palabras,
me desangra decir cama,
vida,
lavabo,
lunes
por la mañana,
mañana y siempre
que te vuelves nadie
porque así lo quieres

y yo imbécil como soy
sigo esperando
que llegues un día y digas
perdón
no debi largarme,
aquí están tus sueños
y las canciones
que hicimos mudos
y el corazón boceto
que dejaste a la mitad
de mi pecho
vacante.

Tu nombre se esparce
como lluvia
frente a tanta sed,

Hay tanto dolor en mi espalda,
caminos de tus manos,
cicatrices de tus labios,
en mis labios
tu nombre
llevándose las palabras
que aprendí sin ti,
¿qué aprendí contigo?

tus piernas son marea
y puerto,
hice casa en tu cadera,
trinchera en tu pecho,
patria en tus labios,
a dónde llevo este cuerpo
- roto -
que se aferra a la orilla de tu nombre
como un naufrago
que perdió
su estrella.