domingo, 24 de enero de 2016

Obvio


Que el olvido crecía a cada beso,
que mi corazón se volvía
de cristal.

Que buscaba el amor
que otros cuerpos
quebraron.

Que vendrían noches
de insomnio
o llanto.

Que el café una noche
lo tomarías
descafeinado.

Que me preguntaría
por el dolor
que siento.

Que cantaría por tu olvido
y por mi pie
derecho.

Que me quedaría sin manos
por llenarlas con
tu cuerpo.

Que al final la historia
era un mero
invento.

Que hablo y no digo
nada ni río
ni intento.

Que era tan obvio,
el final desde el
comienzo.

lunes, 18 de enero de 2016

Olvidarla es necesario

Olvidarla es una necesidad urgente,
como ponerle sal a mi tequila,
sonrisas a los cristales,
o bigote a las caras que observan,
- curiosas -
desde las revistas.

Que ganas de mandarte al diablo


Que ganas de mandarte al diablo


Que ganas de mandarte al diablo,
odiarte desde que amanece,
enfurecerme porque no soy
quien te rompe el frío
con los labios.

Que ganas de sepultar tus besos,
de arrancarme las manos
que aún saben de ti,
y tienen la forma
de tu cuerpo.

Que urgencia de no verte
en mis ojos cerrados,
en las calles abiertas,
en mis venas,
a cada rato.

Necesito urgentemente,
quemarme los labios,
quebrarme a pedazos
dejar en silencio
las ganas.

Que ganas de quemar los barcos,
de romper los libros,
de quebrar el día,
de mutilarte de
mi memoria.

Que ganas de nunca más nombrarte,
de nunca extrañarte
cuando sienta el frío
apropiarse de mis
huesos  / versos.

Que ganas de mandarte al diablo
de una vez por todas
las veces que de tus manos,
me bebía
el cielo.



sábado, 16 de enero de 2016

Voy a bien odiarte

Voy a bien odiarte.

Para procurarme el olvido,
para que tus senos no me duelan
en las manos, ni tus besos en los labios,
para que no falte el aire
en cada letra
de tu nombre:
aquí
donde no hay
risa sino tu
imagen
acariciando mi
naufragio
alacrán
en dónde invento y repaso
el color de tu ausencia
para olvidarte,
para olvidar,
para
no sé
qué chingados
estoy haciendo
aquí.



Déjame odiarte



Déjame odiarte con todo el vapor
que escapa de mi taza de café.
Con las cortinas abiertas
para que la ira se seque
con el sol y con la sal
del domingo.

Déjame odiarte para caminar
por las calles en que detuve tu marcha
para callarte a besos,
para sobrevivir a la oscuridad
en que aparté el miedo
con mis labios
y tu ropa con mis manos.

Déjame odiarte en cada canción
que me susurre tu nombre,
en cada butaca que no ocupamos,
en cada paso que no dimos
juntos, en los sueños, 
en las camas que se quedaron
esperando a lo pendejo.

Voy a odiarte con la misma furia
con que ato mis zapatos
y desato mi corbata.
Voy a odiarte como único recurso
para ocupar mi cerveza en otro nombre
y mi almohada en otro sueño
de cabello alborotado.

Voy a odiarte porque ya no sé
que hacer con el amor
que dejé para más tarde
y que susurra tu nombre a mi oído,
suavecito en las mañanas
y tan dulcemente
- tan gandallamente -
cada vez que acerco
a la almohada mi cabeza.