sábado, 26 de octubre de 2013

Papá

Hey viejo, hoy te vi cansado,
tu espalda ya no alcanza
la copa de los árboles,
tu manos tiemblan
como jamás creí
que pudiera pasar,

Tú, siempre roble,
olor a caoba,
madera recién tallada,
siempre voz de barranca
y mirada de lago.

Tú. llama a media noche,
calor de invierno,
que viene de lejos,
que hace tanta falta,
que regresa
- de otro exilio -
antes de navidad.

Piel de sal y sol y nube
a punto del huracán,
mirada de niño,
que nunca creció
carajo, que bueno,
porque nunca tuvo permiso,

pequeño, gran niño, eterno,
de infancia robada
de las manos
del destino
de una historia
de la que no debía
esperarse nada.

Hoy te vi cansado, y viejo,
con la mirada un poco triste,
un poco sola
y yo sin palabras
ni abrazos suficientes,
porque también me hacen
falta.

Déjame decirte
que siempre llevarás capa
y armadura de acero,
y pies firmes,
aunque hoy te cueste tanto caminar,
o levantarte de tu sillón,
o encontrar tu lugar en tu casa,

que aunque no escuches bien
y enciendas el televisor
como si quisieras que todos los vecinos
se enteren que miras
tal o cual programa,
te voy a repetir,
a gritar si es necesario
que te amo,
que tu mano será siempre firme,
porque lo que tengo de roble
es por tus ganas de no quedarte
sembrado
y por tu necia insistencia
de que podía volar.


Alguna vez les cotaré la historia de los pies de mi padre, pero hoy me recordaron que mi padré me leía en las noches, a decir verdad también mi madre lo hacía algunas veces, pero saben, mi padre no curso ni el tercer grado de primaria, siempre le apenó escribir, su caligrafía es la más fea del mundo y es a la vez la que más bonito dice "te amo",  a mi papá le apenaba leer en público, porque se traba igual que un niño entre silabas y le importan un carajo los acentos y a veces las comas, pero nos leía con tanto amor cada noche, a veces la misma pinche historia por semanas, sólo porque nos gustaba y a él, le gustaba vernos dormir con la sonrisa clavada.
Hoy está viejo, y sólo pienso en el abrazo que le quiero dar mañana por la mañana.

jueves, 24 de octubre de 2013

Seguramente lo saben

... que prefiero mi café negro y sin azúcar, aún a media tarde, a media noche, a medio despertar, da lo mismo, lo disfruto igual.

Leía mis textos viejos, desde el 2011, ocio y proyecto a la vez, me gustaba eso de escribir de cualquier cosa, de mi gastritis por ejemplo, ya no tengo gastritis, pero aún amo el café.


Tengo un poco de café
para remojar olvidos,
que llegaron tarde,
-mucho-
después de despertar.

Una sonrisa tras
sus labios de porcelana,
para ver pasar
las 5 en punto,
-punto-

aves con rumbo
a la copa de un árbol,
casa de vuelos,
habitación de mil cantos,
-quiero ser ave-

las nubes cubren el cielo
y nuestras cabezas,
-por igual-
y juegan a ser conejo
o bola de estambre.

El camino de mis pies
espera con paciencia,
se recuesta en la calle,
no duerme,
-no se arrastra-

las palabras caen,
una a una,
a su tiempo,
sobre alguna mirada,
-en paracaìdas de papel-

la tarde estira los brazos,
se desdobla y bosteza
-ella si-
y sueña con la sombra
de un árbol, para sus pies.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Te Pido que me suéñes

Te pido que me sueñes,
con todos los sueños
que tus ojos cuelgan
entre las estrellas,
suéñame como si fuera
cualquiera o alguien
muy querido,

con toda la música
que se tambalea en tus labios,
de lado a lado de los besos
que no haz dado,
de todas las palabras
que guardas,
para el mejor momento,
que quiero ser,
o que adivino.

Te pido que me sueñes,
para abrazarme a tus sueños,
todos,
para besar tus ojos
de luna dormida,
cansada,
aferrándose
al límite de mi espalda,
o al botón -último- de tu vestido,

suéñame con todas tus sonrisas,
con las que guardas en cajones
y en el filo del viento
que desde la ventana
te suplica por ser bienvenido,

suéñame con todo tu cabello
que guarda el recuerdo de mis manos,
con todos los latidos que se repiten,
más fuerte si te abrazo,
más fuerte,
tan fuerte,
te lo pido.

Suéñame con tus piernas,
todas,
con tu cintura,
con tu vientre,con tu ombligo,
con el brinco de tu corazón
cuando suena un bolero,
no cualquier bolero,
el nuestro,
yo, tú, a ti,
conmigo.

Suéñame con todos,
los cuentos Emde,
con todas las montañas
de Tolkien,
con cada rima
en las páginas de Benedetti,
suéñame con cada risa
que te provoca un gato
que no hace nada,
sólo ser un gato
que aprende a seguir vivo.

Sueñame de norte a sur,
de tu cama a la luna,
desde el primer aviso
de tus ojos
en que mi mañana
tiene algún sentido,
,
suéñame con cada
pedasito de aire en tu pecho,
con cada temblor
de tus tobillos,
con cada gramo de color
en tus mejillas
pintadas de vino.

Suéñame de memoria,
o improvisando,
al final o al inicio,
de canto,
de cuanto,
de tanto
que te quiero,

suéñame hasta quedarte,
sin aliento,
en mi,
conmigo,
para siempre,
para este momento,
para cada noche
en que amenace el frío,

suéñame con la mitad
de la desesperación
con que lo pido,
suéñame para seguir,
para encontrar,
para dar el primer paso
o el último,
suéñame al otro lado
o de tu lado del camino,

de tus sábanas
a las palabras de los libros,
suéñame con todos
o con nada, pero contigo,
suéñame como último recurso,
como inicio del ciclo,
suéñame a tu lado,
sueñame perdido,
pero suéñame,
       cada noche,
       urgentemente
             te lo pido.



martes, 15 de octubre de 2013

La ausencia de ti

se me esparce por las manos,
por los labios, las palabras
que te nombran a escondidas,
muertas de miedo,
como metáforas
que no levantan el vuelo,
ni la mirada,
ni una falda -a cuadros-
en primavera.

El ungüento de tus besos,
que ya no están,
ni van a volver por compasión,
ni por el último reclamo
que se me quema en la punta
de la lengua, que no sabrá
más de tu cuerpo,

es tu recuerdo,
quien me seca cada verbo,
el que duele,
entre los huesos,
y en este espacio,
justo entre la quinta
y la octava costilla,
que se vuelve una avenida
vacía, en silencio, tan jodida.

Es tu nombre que duele
tanto, tonto, pendejo,
que aparece a su lado,
con palabras más dulces,
más libres,
pinches celos jodidos,
de idiota abandonado.

Es mi mirada que no te soporta,
sonriendo, tan tranquila,
esparciendo por el aire
el aroma de tu cabello,
que tendría que estar haciendo
vuelcos en mis dedos,
que debería descansar
tranquilamente en mi almohada,
y que le falta hasta a mis sábanas,
tan limpias, tan secas,
tan frías, tan insoportables,
sin rastro
de ti.




Es verdad, aún no lo supero, duele e el orgullo, en la cansada dignidad que aún así no se raja, 
duele en los recuerdos, que me invento, pero sobre todo en los que me inventó
(bendita importancia de los acentos / Bendita importancia de los aciertos - ah Cierto- )
Duele sobre todo, en alguna parte del pecho y la garganta, asfixia las ganas,
me corta la confianza en el amor que merezco (sé que no), en el amor que me crezco (este a veces)
en el amor que me empiezo (siempre), en el amor que no es (nunca)

Quiero verte y que no duela, o que no importe, que no me interese el destino de tu cuerpo, 
desnudo, vertido, corriendo, cayendo, callando, gimiendo, vertido, a la vista de lo que -que bueno-
no ocultas.
Quiero verte y que no importe, que no mastique la visión de tu pinche sonrisa por días, 
que no añore tu cabello en mi cama, que no extrañe tu voz antes de dormirme pensando
"que bueno, habrá mañana", quiero que no duela, que no importe ... no quiero verte, porque tengo la esperanza de que  eso duela un poquito más, pero por menos tiempo.

sábado, 5 de octubre de 2013

Pequeña ausencia

Me falta tu abrazo,
alrededor de mi cuello,
convirtiendo mi respiración
en ave, en hojas, en vuelo,

tu mirada de mis insomnios,
de mis noches, de mi sueño
contigo.

Me falta mi nombre
pero en tus labios,
que se vuelve oración,
verbo y mi única plegaria.

Me faltas cada mañana,
para que "buenos días"
tenga algún sentido,
para que sea verdad.

Me faltas frente a los que lo ignoran,
frente a los que han de enterarse,
algún día, cada día, siempre,
me faltas, sobre todo,
frente a este que lo sabe,
y no puede
disimular -tantas veces -
tu -pequeña gran - ausencia.