De buscar un beso entre las piedras,
un buenas noches en el infomercial,
de pretender que volver es igual a no haberse ido,
que mi agenda no esta llena de llamadas sin contestar.
De callarme las ganas de mandarte al diablo,
de la necesidad pendeja de creer en tus mentiras,
de la urgencia lacerante de tus labios,
o de los labios de cualquiera que quiera estar.
De sentarme quietecito bajo el árbol,
de mirar como la rabia crece,
de esperar por tu vuelta,
de nombrarte sin que te importe más.
De tu puta indiferencia,
de tus buenos deseos cuando lejos,
de tu sana distancia cuando cerca,
del sonido muerto del mar.
De tu mirada de niña,
de tu sonrisa cabrona,
de tu juego de estira y afloja
la tira de vena aorta.
De que veas mi corazón en blanco,
de escribirte canciones en mi cama,
de esperar a que llegues a cantarlas,
de estas ganas de verte temblar.
Del miedo, de tu ausencia,
de tu puta indiferencia -confirmo-,
de tu cariño perfectamente meditado,
de buscarte el rostro en cualquier p.
De decir tu nombre para que me llames,
de desearte buenos días,
de beberte en mi café,
de invitarte a mis lugares.
De escuchar que esta vez no, quizá después,
de que al lunes le siga otro lunes,
de mirar la pantalla buscando tu nombre,
de encontrar tanto espacio en tu lugar.
De esperar tu voz,
de soñar tu voz,
de rogar por tu voz,
de ajustarme este bozal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario