No es el recuerdo de su cuerpo
que nada más en mis sueños
que entre mis manos.
No es su cabello
que da vueltas por mis dedos
igual que en el viento.
No es su mirada limpia,
que me lava el alma
o que alguna vez la vi volar.
No es su cuello,
ni su cadera,
ni la suavidad de su pecho.
No es su cintura breve
que sostiene el recuerdo
de la forma de mis manos.
No es su piel,
ni su aliento,
ni sus labios,
ni sus ojos
clavandose
en los mios.
Todo esto obedece a su sonrisa,
(bonita)
que me besa el alma,
mientras hablamos.
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