Debí escribir más sobre nosotros cuando estabas aquí,
a mi lado, de mi brazo, desnuda en mi cama,
de el calor que recorre el cuerpo cuando me tocaba tu mano,
de la alegría indescriptible de ver tu rostro enamorado,
mira ahora, que sólo puedo escribir, mojado,
de la ausencia que callo.
Debí decir más sobre el milagro
de recibir el día desde tus labios,
de tu mirada que lo cura todo,
la ausencia, el dolor, el espanto,
de tu piel en que caben mis sueños,
de tu cabello en que danzan mis dedos,
de tus piernas en que duermen
mis años.
Debí decir más veces,
que la luna es nada, que las estrellas,
se forman en constelaciones
por la esperanza de que las acaricies
con la mirada o con tus manos,
que bajo tus pies me crece el mundo,
y que no tengo sueños
que se reconozcan sin tu almohada,
ni fuera de ti cuando
estabas conmigo,
debí llenar mis cuadernos de palabras,
de te quieros,
pero estaba distraído,
ocupado,
memorizando
cada palmo de tu piel
con la mirada
de mis labios.
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