No tengo nada que decir
del camino que recorren tus pies
para venir a mi encuentro,
que se hace poco, sobre todo
en las mañanas de domingo.
no hablaré de mis manos
que se alegran,
cuando pienso en la suavidad
de tu cuello,
siempre que te beso,
no habrá nada que decir
sobre tu sonrisa,
un poco ingenua,
un poco más sedienta,
cuando a tu lado me recuesto,
no diré nada,
sobre el temblor de mi cuerpo
cuando abrazo tu cintura,
por la espalda,
cuando beso tu nuca
con mis labios,
no hay nada que agregar
sobre tu respiración
acariciando mis ojos
o mi almohada,
nada tengo que decir
sobre las cicatrices que dejan
tus uñas en mi espalda,
esta vez no diré nada,
sobre lo que nos une,
ni sobre el aire que apenas
nos separa;
está vez no diré nada,
porque tienen que decirse,
nuestros cuerpos,
mucho más que las palabras.
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