Me gusta ver sonreír a tu recuerdo,
pensar que la felicidad te llena
los huesos y la mirada.
Me gusta pensar que ya no duele
el charco o el reloj,
el final con tantas dudas,
la historia con exceso
de imaginación.
Hay canciones que se quedan mudas,
hay historias que se vuelven norte,
hay locuras que se quedaron
guardadas en las manos de un olvido,
pero sin temor.
Yo tengo mi café para cada mañana,
un sol levantando mis sábanas,
tengo mis alas intactas,
mi corazón de papalote
siempre en incendio,
siempre en el acto
de renegar de ser sólo un humano.
Tengo letras en la espalda,
con más autoras que musas,
más acordes que notas colgadas
en las manos que no duermen,
sueñan cada vez mas alto.
Confieso que es bueno
ver sonreír,
a veces,
casi siempre,
a algunos viejos fantasmas.
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