Mi taza de café está fría/amarga/demasiado dulce
y la mañana se despertó con dolor en las piernas,
(no entre las piernas, en ellas, punzante)
miro mis manos y tiembla el espejo frente a mis ojos.
la risa suena a eco, a llegada tarde,
las manos se agitan tan cerca
que no sé si es un saludo o despedida,
el camino frente mis pasos se hace a un lado,
me reclama los olvidos, las promesas
que no quise ni pude cumplir
(sobre todo lo primero)
Yo quiero una cerveza fría,
es viernes y tengo el corazón vacío,
y la boca llena de sal,
yo quiero un cuerpo de mujer
para arropar mi sueño,
para calentar mis esperanzas
que se rompen,
a veces/casi siempre
en el siguiente paso.
para lamer/besar mis heridas,
para repetirme al oído
que quiere que no duela nada.
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