jueves, 24 de octubre de 2013

Seguramente lo saben

... que prefiero mi café negro y sin azúcar, aún a media tarde, a media noche, a medio despertar, da lo mismo, lo disfruto igual.

Leía mis textos viejos, desde el 2011, ocio y proyecto a la vez, me gustaba eso de escribir de cualquier cosa, de mi gastritis por ejemplo, ya no tengo gastritis, pero aún amo el café.


Tengo un poco de café
para remojar olvidos,
que llegaron tarde,
-mucho-
después de despertar.

Una sonrisa tras
sus labios de porcelana,
para ver pasar
las 5 en punto,
-punto-

aves con rumbo
a la copa de un árbol,
casa de vuelos,
habitación de mil cantos,
-quiero ser ave-

las nubes cubren el cielo
y nuestras cabezas,
-por igual-
y juegan a ser conejo
o bola de estambre.

El camino de mis pies
espera con paciencia,
se recuesta en la calle,
no duerme,
-no se arrastra-

las palabras caen,
una a una,
a su tiempo,
sobre alguna mirada,
-en paracaìdas de papel-

la tarde estira los brazos,
se desdobla y bosteza
-ella si-
y sueña con la sombra
de un árbol, para sus pies.

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