Algo de prosa
Unno se la pasa semanas deseando que alguien se apasione por Unno, que ame lo que hace, que admire sus sueños, que le guste la manera en que mira, en que besa, en que desnuda el cuerpo ajeno, o la inquietante vulnerabilidad de la desnudez de Unno.
Unno se la pasa deseando con quien compartir el café por las mañanas, la cama por las noches y el deseo de madrugada; Unno quiere, tantas veces, con quien correr a la meta, quien cuide los detalles que por ser propios se olvidan, Unno hace y deshace sueños, mujer para la cama, sabanas, viajes de final de año, playas para tirarse al sol, a la luna, a la mujer lo que acompaña.
Unno desea tan fuerte a una mujer con ganas de partirse el alma por Unno, por los sueños, mujer que entierre las dudas con las uñas en la espalda, alguien con quien luchar sin causas, sólo por dar la batalla.
Unno a veces se acobarda, porque los sueños que se esperan largamente suelen volverse pesadillas o inesperada realidad.
Pobre de Unno, está jodido.
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