miércoles, 14 de noviembre de 2012

En un momento de extraña paz

Escribí estro hace varias semanas, con un sentimiento tan distinto al que ahora me invade.
Esto es la vida -o querida muerte- este vaivén de emociones, este subeYbaja del corazón, que viene de la frente a la entrepierna.
Esto es mi vida, que siente con todos los sentidos, con todos los minutos, con todas las marcas del termostato, con todo lo que sueño y lo que olvido.


Debo aceptar que fue un exceso
pensar que no encontrarías
a alguien mejor,
que te quiera tanto
o más que yo

que pueda llenar
cada una de las expectativas
que se iluminan en tu mirada
desde el momento en que despiertas.

Fue egoísta pensarme feliz
a costa de tu propia felicidad,
no me culpes,
cualquiera se vuelve loco
al sonreír así
después de tantas noches
demasiado largas.

Me quedo con nueva piel,
y un alma más grande
para derramar en ella,
y un par de metáforas
que agonizan
porque están tristes
y ahora, también están solas,

me quedo sin despedidas,
sin trinchera,
sin anuncios de sobrevivencia,
sin grilletes en los pies,
con las alas naciendo
entre los palíndromos de mi espalda.

No hay por qué decir
dolor / rabia / abandono,
he aprendido a permanecer en pie,
a anclar la sonrisa,
las manos,
la esperanza,
contra todos los pronósticos.




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