hablemos un poco de los miedos que tengo en algunas las noches,
como la de ayer
sobre todo por las noches,
cuando cae la madrugada
sobre las azoteas,
cuando los vuelos son
más lentos, entre las estrellas,
a veces tengo miedo,
de despertar solo,
como cada mañana,
como cada lunes,
cada vez que duermo
a mitad de otros labios.
A veces tengo miedo
de que el café esté frío,
de que el pan no huela,
de que Dios decida mudar
si mirada de planeta,
tengo miedo, a veces más,
de que mis manos olviden,
de que mi pies se quiebren,
de que mi mirada vea
más ropa que palabras
en cualquier calle,
que el agua no me sacie,
que mi cama me rechace,
que mis zapatos renieguen
del camino o corran
hacia atrás,
en cualquier sitio,
que la cerveza
no me induzca el sueño,
que el insomnio me cuente,
cada noche,
hasta que caiga la madrugada
por las azoteas,
que la soledad no es pasajera,
es equipaje /
entre mis manos.
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